Parchar o Zurcir

Escrito por Randall Ray Arms el . Publicado en Mis Artículos

Parchar o Zurcir

por

Randall Ray Arms, PAS

  

Si se nos rompe un textil de nuestro vestuario tenemos varias formas de arreglarlo.

Podemos ponerle un parche o podemos zurcirlo. Al zurcirlo lo estamos remendando sutilmente con puntos finos de manera que la unión resulte disimulada, ojalá casi imperceptible. En cambio ponerle un parche es un arreglo que proyecta el defecto a todos los que nos miran.

En el léxico de la producción de los Caballos Chilenos el término “parche” es comúnmente usado para estipular fallas en el record genealógico de nuestra raza producto de reportar el potro equivocado como el engendrador de una dada yegua que al parir tiene una progenie que es afiliada con el padre incorrecto. Antes que existiera el tipaje de sangre y luego la más exacta verificación de parentesco por las pruebas de ADN, todas las razas puras del mundo dependían de la honorabilidad de sus criadores para escribir el trayecto genealógico de los animales inscritos. En antaño ser un criador de renombre no solo solía indicar una persona bien diestra en los conceptos zootécnicos, también implicaba una persona de principios, que a través de muchos años establecía una gran credibilidad ante clientes que no cuestionaban su honradez.

Pero aún criadores de buena reputación podrían tener sus fallas y no estar 100% seguro de los padres de una cría. En tiempos pasados los padrillos se usaban principalmente en monta libre. A veces incluso se tenía más de un reproductor con su manada de yeguas dentro de una gran extensión donde los instintos controlaban las yeguas que conformaban el harem de cada macho intacto. No obstante se daban los casos que un semental le robaba yeguas a manadas de un competidor como también era posible que en un descuido un macho intacto cubriera una yegua de una manada ajena antes que su líder se diera cuenta. Grupos de machos solteros también entraban a pubertad dentro de la manada con la posibilidad de engendrar yeguas que esporádicamente estaban a su alcance ante la distracción del líder. Si cualquier accidente le pasaba al potro de una manada que lo dejaba afuera de comisión, o si los resultados mostraban que había un inesperado grado de infertilidad, en un dado momento había que introducir un macho entero substituto y tomar en cuenta la fecha del cambio, cosa que no siempre se registraba por olvido o por suceder en ausencia del dueño.

Aun cuando la crianza avanzó al uso más común de montas dirigidas esto implicaba un estricto control de apuntes de que padrillos se le asignaba a cada yegua y la confirmación que dicha planificación se dio a cabo. En algunos casos esta información la dominaba el dueño del fundo o si acaso un capataz. Seguramente, habrían instancias que los conocedores del tema no estaban presentes y cualquier empleado haya tomado la decisión para resolver en el momento. Si luego esa decisión no resultó ser la correcta, es probable que el empleado se quedara callado en vez de admitir su decisión errónea. En esta época sin palpaciones rectales y ecografías, también se podría dar el caso que uno tuviera tres a cinco yeguas en celo al mismo tiempo y se tenía que asignar parte de esas yeguas a otro padrillo que escaseaba de montas. En otra ocasión un potro asignado a una yegua en particular a principio de temporada podría haber fallado de preñarla tras tres distintos celos y se optaba por cambiar el padrillo a mediados de la temporada sin hacer el cambio en las notas originales de asignación de montas. Ocasionales problemas de patadas en los genitales, casos de herpes, sangre en el semen o simplemente una falta de libido, para mencionar tan solo algunos, podrían obligar un cambio del potro determinado para una yegua en particular. Estas decisiones diarias muchas veces se tenían que tomar sin la presencia del dueño que llevaba la anotación de los cruces y luego el olvido se prestaba para reportes que no coincidían con los hechos. En fin, lo que trato de aclarar es que aún con un criador honesto de renombre era probable que muchas posibles causas resultaran en fallos en los reportes de cubrición de las yeguas.

Ahora, si hablamos de los menos escrupulosos nos cansaríamos de enumerar formas que resultaran en reportes equívocos de qué potros fueron los que montaron las yeguas durante la temporada. Existía la posibilidad que yeguas ajenas que venían a cubrir con un potro, se cruzaban con otro potro de mayor jerarquía después de arreglines con los empleados. Muchos cruces se podrían haber hecho a sabiendas que era el potro equivocado simplemente por la conveniencia de tener otro potro más a la mano, o por evitar manejar un potro más lento para cubrir, o a lo contrario de tanta agresividad que resultaba ser un riesgo indeseable. Desacuerdos con las decisiones del patrón pueden haber influenciado en algunos empleados hacer la cubrición que le parecía conveniente en ausencia de quien mandaba, incluso aventajando esa persona o sus conocidos de comprar el producto nacido por un precio inferior al ser registrado como hijo de un potro inferior. Hay una infinidad de circunstancias que  podrían ser causales de actos deshonestos de los empleados de dichos criaderos. Por supuesto si el criador era el inescrupuloso la mayoría de los potrillos serían “hijos” de su mejor reproductor aun cuando eso no fuera cierto. Igualmente, la cubrición accidental de una yegua por un potrón que logró meterse en el potrero de las potrancas sería reportada como un cruce planificado con su mejor padrillo. En fin, “en todos lados se cuecen habas”.

Todo los ejemplos que aquí saco a relucir son incidentes que han pasado no solo con todas las razas caballares del mundo en la época donde la integridad regía los reportes dentro de la reproducción, pero incluso de cualquiera de las razas inscritas de las otras especies domesticas. No obstante hay que hacer una muy importante distinción en lo sucedido con el Caballo Chileno ya que los años de selección dentro de una geografía aisladora dieron resultado a un tipo de caballo autóctono muy adepto a las condiciones de Chile central. Las primeras cuatro décadas de introducción de sangres europeas dieron resultados de muchas clases de mestizos que en la práctica los empleados de fundos evaluaron como muy inferior al caballo vaquero nacional que tenía varios siglos de selección humana. Esta experiencia fue la principal razón por la cual la creación del registro más antiguo de Sudamérica se hizo en Chile. Para nosotros era un cambio muy notorio entre los mestizajes con razas europeas y el caballo oriundo de tres y medio siglos de selección chilena. En otros países donde la base nacional de caballos surgió por la propagación salvaje de baguales, cimarrones y mustang, por lo general la incorporación de razas europeas resulto en un grado de mejoría de los caballos oriundos del país. Debido a que esto claramente no fue el caso en Chile, el salvaguardar el caballo nacional haciéndolo raza formal y pura fue sumamente importante y necesario.

Por lo tanto los mestizajes que ocurrieron en Chile entre 1850 y 1893 solo sirvieron para reafirmar a los dueños de fundos agrícolas que ningún cruce superaba el Caballo Chileno. Por ende, cuando empezó el registro formal los parches que tanto se comentan hoy día, en un altísimo porcentaje eran producto de cruces con potros equivocadamente reportados, pero ejemplares de la misma raza. No trato de insinuar que ningún cruce con una raza ajena pudo haber pasado, ya que en esa época sin pruebas de laboratorios para confirmar parentesco esto fue una realidad en todas las razas. Lo que si es importante que entendamos es que fue MUCHISIMO más común en las razas que empezaron con una base de caballos salvajes de selección natural que no tenían las cualidades deseables para uso vaquero. Es por eso que todas las demás razas vaqueras de la America han tenido registros abiertos a otras razas. Incluso la gran mayoría de ellos siguen hasta el presente con registros abiertos a razas mejoradoras. Esto es difícil de comprender para la mayoría de los criadores chilenos porque en Chile solo tenemos un linaje vaquero principal.  La única historia que nos es relativamente familiar es la de nuestro Caballo Chileno. Pero si se dieran cuenta de los cruces con Fina Sangre Ingles, Morgan, Árabes, Andaluces (PRE), Trotones de Carrera, Cuarto de Millas y Caballos Chilenos que formaron una parte integral en la formación de diversas razas compuestas, realizarían que el ocasional uso accidental de un Percherón o un FSI en la amplia trayectoria del Caballo Chileno es infinitamente menos ocurrente en comparación con el uso de otras razas vaqueras ajenas.

Además los pioneros del Caballo Chileno de Pura Raza hicieron un esfuerzo monumental para restringir que otras razas se utilizaran en la producción del caballo nacional. Iniciaron los primeros 37 años con comités evaluadores compuestos de un conjunto de respetados delegados de la primera raza vaquera de nuestro hemisferio. También indagaban sobre los padres de los animales evaluados para asegurar que se conocían por lo menos tres generaciones de antecesores de nuestra estirpe autóctona. Las características físicas se evaluaban minuciosamente para estar seguro que coincidían con el estándar de la raza que se documentaria en el año 1921 como constancia formal de los objetivos morfológicos de la casta. Estos incluían definiciones como no ser carretilludo, no tener la anca partida, tener buenos adornos, que la cerneja solo estuviera detrás de el menudillo y en poco volumen, etc. con el fin de que no contáramos con características que podrían heredarse con más facilidad de otras razas que eran los peligros mas eminentes en el leve mestizaje que se llevó a cabo.

Ahora vale la pena hacer hincapié que la genética es un azar de muchísimos genes y buscar tener una homogeneidad absoluta como vemos en las especies silvestres es algo que requiere de muchos millones de años de selección natural. Por lo tanto el crear una raza, aun en la familia vaquera más antigua de América como lo es el Caballo Chileno, no cuenta con suficiente años de selección artificial para lograr ese grado de constancia. Menos lo tendrán las otras castas vaqueras que tienen un acervo genético menos acotado por el alto uso de otras razas en su formación. Pero aún en nuestro registro que tienen muchos más años de pureza racial, hay una diversidad de genes que pueden mostrar un sin numero de características que no son las deseables según nuestro standard racial.

Comento esto porque es importante no saltar a conclusiones irresponsables que uno u otro ejemplar es producto de un “parche” porque tiene más luz debajo el cuerpo, o porque tiene un pelaje más delgado, orejas mas largas, escaso de adorno o porque es carretilludo, o porque tiene más cerneja de lo deseable, o porque es de un temperamento más nervioso. Si bien todas estas características existen en mayor incidencia en varias otros linajes, también es cierto que existen en la nuestra en una menor incidencia y muy de vez en cuando pueden salir a reducir en los pocos ejemplares que se desvían  dramáticamente de nuestro standard.  Cuando no hay ninguna prueba cierta de un cruce equivocado en el registro, creo que nos “tiramos el balazo en los pies” cuando saltamos a conclusiones que desmeritan nuestro registro por anomalías notables en el físico y estructura de nuestros Caballos Chilenos.  Perfectamente están dentro de la curva de distribución de genes que existen en nuestra raza. Hablar estas suposiciones que no tienen forma de probarse y que incluso pueden ser perfectamente parte del acopio genético de nuestra raza, es sumamente irresponsable porque desmerita una raza que ha hecho más que cualquiera otra estirpe en América para establecer su pureza y su biotipo.

Conocemos la realidad de otras razas? Cuantas razas realmente son registros de funcionalidad de velocidad sin tomar en cuenta ningún standard racial? Cuantas razas tienen tantos objetivos distintos que crean una cantidad de fenotipos especializados tan opuestos que parecen tener 6 razas conglomeradas en una? Cuantas razas buscan una ilógica diversidad funcional que enfatizan velocidad en algunas pruebas y resistencia en otras cuando esto implica distinta clase de fibra muscular y proporciones y angulaciones diversas en la anatomía? Cuantas razas tienen un rango de altura que varían más de 25 cm entre los especímenes más chicos y más grandes?  Cuantas razas tienen un rango de peso corporal que abarcan 255 kilos de diferencia?

Nuevamente es nuestro aislamiento geográfico que hace que la gran mayoría de los fanáticos del Caballo Chileno auto critiquen  nuestra raza nacional severamente porque no tienen un punto de comparación de otras razas caballares en su entorno.  Por lo tanto, por ignorancia achacamos que toda esta “tremenda” variedad de características que vemos en el Caballo Chileno es la influencia de “parches” con otras razas.  En realidad forman una parte TAN insignificante de quien es la raza autóctona del Caballo Chileno, mientras desconocemos que en otras razas estas diferencias son sumamente más pronunciadas debido a un muchísimo más amplio uso de razas ajenas que son una parte integral de su formación como raza compuesta.

Gracias a Dios la ciencia nos trajo el tipaje de sangre que nos aseguraba el propuesto parentesco en un 98% y  lo siguió la prueba de ADN que tiene una seguridad del 99.9% de veracidad de aprobar o negar la genealogía definida. Este último control dejo atrás el requisito subjetivo de la honradez para confirmar el árbol genealógico que vamos construyendo con cada nueva generación. Tomen nota que nuestra raza ha sido tan preocupada de la autenticidad de la pureza reportada de nuestros ejemplares que el Caballo Chileno tuvo el control de ADN antes que los afamados caballos de carrera (FSI o en otros países llamados PSI). Este fabuloso ingenio de la ciencia nos creo un ANTES y DESPUES en la acusación de “parches” en crianza. No podemos proyectar el tiempo para atrás tratando de corregir genealogías que seguramente tienen “parches” ejecutados con otros Caballos Chilenos igual de puros. Hay algunos casos que incluso llegaron al directorio del la FCCCH donde oficialmente después de declaraciones ante notario se dictaminó que un caballo estaba mal inscrito y todos los pedigríes donde ese caballo aparecía debieron cambiarse para relatar el nuevo pasado de dicho ejemplar. No sé si esto ha pasado más de una vez, pero sin duda es abrir la “Caja de Pandora” porque se presta para un inmenso trabajo correctivo que a fin de cuenta nunca quedaría 100% efectuado, dando a entender una gran confusión dentro de los registros genéticos de la raza. 

Si bien es cierto que este tipo de parche benigno existe en todas las razas, incluso con mayor incidencia, también me pregunto cuantos de estos casos realmente son magnificados por la popularidad que tiene el divulgar y repetir estas suposiciones, muchas veces pobremente fundadas dentro de nuestro rubro del Caballo Chileno. Si no es una suposición por morfología, como ya tocamos, es un relato de confidencia de un trabajador que puede haber tenido una multitud de razones por la cual quisiera menguar la reputación del criadero. Otras veces se saltan a conclusiones por pensamientos que son avalados por el color de la capa del producto en cuestión y los supuestos padres, pero que frecuentemente son conclusiones basadas en una falta de conocimiento de la transmisión genética de los colores del pelaje.

No intento defender el Caballo Chileno de Raza Pura de toda probable incertidumbre dentro de los registros. Sé que tienen que existir, como también existen dentro del historial de todas las razas del mundo. Donde si quiero llegar con esto es que seamos cuidadosos de hacer conclusiones prematuras, incomprobables o injustificadas. El Caballo Chileno es una raza muy especial que contiene menos fallos que la gran mayoría de las razas que en gran parte son desconocidas en Chile. De salida, es la única raza vaquera de la América que cumple con la definición clásica de lo que es una verdadera raza. Eso nos tiene que enorgullecer de sobre manera y es algo que tenemos que cuidar como si fuera un espectacular chamanto de nuestro abuelo favorito.

Nuestros comentarios a terceros y conversaciones entre nosotros sobre el Caballo Chileno deben concentrarse en sus virtudes, o si queremos criticar, que sea positivamente sobre las cosas donde aún podemos mejorar más. Nada ganamos con repetir constantemente suposiciones dudosas del pasado que en nada aportan al futuro de la raza. Al contrario lo que hacen es rebajar la raza que todos nosotros consideramos la que más nos gusta en lo personal. Entonces debemos enaltecerla para que esa pequeña rotura en nuestro apreciado chamanto no se tape con un vulgar parche, pero más bien se resuelva con zurcir un arreglo que deje nuestra imperfección casi imperceptible. En la próxima conversación donde quieran sacar a relucir un muy trillado “PARCHE”, agarre a su compañero livianamente por el codo y susurre en su oído “vamos a zurcir, amigo… zurcir es lo que nos corresponde” y cambie la temática.  Su Caballo Chileno se lo agradecerá!

 

Hasta la próxima,

 

RRA

22/06/16