La Falencia Morfológica en Criadero, Corral y Competencia

Escrito por Randall Ray Arms el . Publicado en Mis Artículos

 

La Falencia Morfológica en Criadero, Corral y Competencia

 

 

 

 

                                                                                                   

       En la semana pasada tuve la grata experiencia de ser espectador de varios eventos durante la Semana de la Chilenidad que tanta satisfacción debe haberle traído a los directores de la Federación de Criadores de Caballos Chilenos. El gran aporte del espectáculo de Artes Ecuestres que nos brindó el Sr. Alfredo Moreno fue de muy alto nivel y causó un fervor que puso la piel de gallina hasta al más apático de los presentes. Más llamas ardieron en mi corazón al ver como Caballos Chilenos cuidaban de pequeños jinetes que tan orgullosamente participaban junto a sus ídolos paternales en el Rodeo de Padre e Hijo. Novedosa fue la gran adaptación de nuestra ágil raza en las competencias de enganche donde indudablemente tiene un porvenir interesante en manos de capaces conductores y entrenadores del país. En el Rodeo de Criadores la alta calidad se mostró claramente cuando el champion cayó en manos de dos ex campeones de Chile que encontraron una respetable competitividad en jóvenes y colegas menos experimentados que aspiran seguir sus pasos. Que gusto de ver un lleno total en el Parque Padre Hurtado donde gente de toda edad y ocupaciones pudieron apreciar las tradiciones folklóricas que rodean el ambiente de una raza caballar nacional.  Muchos de los logros importantes del actual directorio de la Federación de Criadores, son sintetizados en esta semana que orgullosamente presenta el Caballo Chileno como estelar a la gran parte de la población que vive en zonas urbanas donde no hay oportunidad de conocer este icono nacional de cerca.  

Como ex agente de ventas que ha tenido la responsabilidad de revisar la conformación caballar en innumerables subastas en la industria del FSI, cada una con miles de caballos de primer nivel, gocé enormemente la exposición nacional de morfología. Me alegra mucho ver que haya un creciente entusiasmo para esta fase de la crianza y animaría a que más criadores hagan el empeño de ser partícipes para engrandecer esta exhibición de la raza. Cuando uno percibe que las características de pelaje tan denso del Caballo Chileno hacen más difícil su preparación que cualquier otra raza liviana de silla, hay que quitarse el sombrero ante la cantidad de gente que finalizando el invierno se dedique a esta obra tan exigente. 

Presenciar el espíritu de expositores como Jorge Ríos G.H. y Ernesto Valdés V., José Elías Rishmawi C., Rolando Varela S., Gonzalo Vial C e Italo Zunino M. que traen exponentes para tan diversas categorías es un ejemplo para todo criadero del tipo de participación que hace que esta industria se fortalezca para el bien de todos. No obstante, no es necesario participar con grandes números de caballos. De hecho me fue conmovedor ver el Sr. Ernesto Robles cuidando personalmente su propio potro después que se vio forzado a trasladarlo a solas en el largo viaje a la capital, debido a una impredecible enfermedad de su trabajador. 

Estos paseos tempranos por los establos también me dieron a conocer que un nuevo y apasionado criador como Patricio Valdivia podría estar compitiendo tan profesionalmente en el mismo recinto que ocupa gente de la notoriedad de Alberto Montt. Tan importante como atraer desconocidos criadores a participar en este evento, es no perder la esfera de influencia de los grandes nombres que han dejado sus huellas a través del tiempo. Estas anécdotas que se desarrollan tras  bambalinas son las que nutren la superación racial que muchas veces pasa inadvertida. No obstante, como espectador sueño con las caras eufóricas y empatizo con las almas decepcionadas y quisiera tener la varita mágica para dar a entender a todos los expositores lo mucho que hacen por nosotros. 

Llenaría estas páginas muy rápidamente si me pongo a dar reconocimiento a quienes tomaron el tiempo e hicieron sacrificios para participar, pero basta con decir que todos, sin excepción, se merecen felicitaciones. Es importante entender que en las competencias de morfología sólo hay un ganador de importancia, y esa es la raza caballar en mención. Considero que no se debe sobreestimar el recibimiento de premios y fotos; lo que realmente importa es agradecer a quienes nos hayan traído buenas muestras de nuestra raza nacional. Realmente es muy difícil establecer cuál es el Mejor Ejemplar de la Raza, y todos tenemos derecho a nuestras opiniones, que pueden ser distintas pero igualmente válidas. No obstante, como en el arte, la belleza está en el ojo del observador y de hecho los campeones de una exposición pueden ser solamente contendores en otra. 

Esto de competir para los grandes premios es algo muy Americano y posiblemente en ningún lugar del hemisferio occidental se ha prostituido más que en EE.UU. A través de los años los antojos de los jueces han hecho y deshecho los Standares de la Raza llevándolas de un extremo al otro y todos los puntos entre medio. Recuerdo cuando los ejemplares de las diversas razas de animales domésticos eran rechonchos, paticortos y excesivamente cebados. Con el pasar de tiempo se fue buscando animales más magros. Desgraciadamente no solo se popularizó tener menos grasa, si no también tener piernas y cuellos largos que eran partes anatómicas que no ofrecían nada al porcentaje utilizable en razas de carne. Aunque hablar de cerdos, ovejas y bovinos no pareciera que tiene nada que ver con las tendencias en los caballares, increíblemente las razas vaqueras de Norteamérica han seguido un paralelo con la moda de los animales que están arreando. 

De hecho, hubo una época en que el Cuarto de Milla se describía como tipo “bull dog” porque era bajo de estatura, extremadamente grueso, con mandíbulas y antebrazos sobresalientes y las ancas tan partidas que se podía rodar una canica desde el centro del lomo a la base de cola sin perder su camino. Hoy en día, en esta raza existen caballos de rienda de 1.62m de altura y los usados en algunas otras disciplinas pueden pasar del metro setenta. El hecho es que las inconsistentes preferencias de los jueces han dictado drásticos cambios en el tipo de ejemplar que representa cada raza. Quizás lo peor del cambio de criterio de los jueces  fue que la mayoría de las razas puras se dedicaron a implementar mestizajes ilícitos para progresar más rápido en obtener ejemplares que satisficieran estas cambiantes tendencias. Gran parte de la impureza que existe en las razas de animales domésticos son producto de querer tener el reconocimiento público en exposiciones juradas y esto generalmente tiene muy poco que ver con las funciones prácticas que dieron origen a la raza. 

Cuando fui electo primer presidente del North American Texel Sheep Association, la industria ovina en USA estaba pasando por una etapa donde todas las razas en EE.UU. buscaban ser lo más altas posible. Los moruecos llegaban a pesar 160 Kg. y las madres variaban entre 80-100 Kg. y ambos parecían unos tremendos terneros con un apetito insaciable que requería permanentemente suplemento de granos. Yo impuse en los estatutos de esa nueva organización ovina la prohibición de la competencia de morfología, pero promoví enérgicamente la exhibición de ésta, la raza más magra del mundo, que sorprendentemente poseía patas y cuellos normales. 

Esta idea no originaba conmigo si no, más bien era la mentalidad que predominaba en Europa donde las ferias eran los lugares para exhibir la raza con el fin de que los productores tuviesen la posibilidad de comparar su producción con los demás. En dicho lugar, opiniones vienen y van y seguramente hay indicios de cuáles son los ejemplares más apetecibles, pero sin tener un ambiente competitivo. Solamente se expone la raza para que se pueda medir qué tanto sigue mejorando mientras se la da a conocer al público en general. 

En el excelente libro “A Mutant Message from Down Under” la autora relata un viaje de cuatro meses junto a una comunidad de aborígenes en las desérticas tierras de Australia. Por días ellos caminaban silenciosamente guiados únicamente por su sentido intuitivo para encontrar la próxima comida en estas tierras tan escasas de nutrientes. Pero cuando repentinamente paraban a darse el lujo de unos días de relajamiento, la autora notaba que sus juegos eran algo comunitario donde participaban todos sin distinción de edad ni sexo. Cuando le pidieron que ella les enseñara un juego de su cultura, trazó una línea en la arena y a cien metros hizo otra. Les explicó que cuando ella contara hasta tres todos deberían salir corriendo a ver quién llegaba a la meta primero. Para su sorpresa un mar de caras confusas la observaban en silencio hasta que el traductor le explicó el motivo. Este le dijo a la doctora norteamericana: “Quiere decir que sólo uno de nosotros estará alegre por haber ganado y los demás estarán tristes? O sea, que sugiere que nos divirtamos haciendo algo que gozará solo una persona?” A veces la gente que consideramos incivilizada es la que tiene más clara la película. 

Con esto no trato de echar por tierra que en Chile se haga una competencia de morfología. Ya existe toda una tradición que se viene llevando a cabo y creo que eso es válido continuar. Pero si relato lo anterior es para que nuestro enfoque en las exposiciones de morfología no pierda su norte. Principalmente las exposiciones son lugares que premian dos áreas fenotípicas de cualquier raza y ambas tienen una relación muy cercana con sus objetivos funcionales. Uno es una correcta estructura ósea y la otra son las características fenotípicas que distinguen la raza. Ambos aspectos son esenciales para el funcionamiento específico que justificó la formación racial. 

En cualquier raza que tiene una piscina genética suficiente amplia debe existir un gran número de animales que representen el tipo que los distingue. Se supone que una verdadera raza debe estar compuesta de ejemplares emparentados capaces de reproducir y traspasar las características que se han buscado para unas funciones determinadas en un medio ambiente particular. A groso modo, en el Caballo Chileno esto implica un ejemplar entre 1.36 y 1.48m de altura, de buena pero no exagerada definición muscular, levemente más largo que alto y con mucho adorno, algo de cerneja y una cabeza acarnerada. Tal como debe ser, la mayoría de los caballos de la raza llenan estas cualidades en algún grado u otro; pero lo que esta definición no nos asegura, es que haya una buena estructura ósea apta para ejecutar sus funciones con una eficiente movilidad. 

Por lo tanto, toda evaluación de morfología debiera empezar por estudiar la parte ósea; ya que el caballo es un atleta que todo lo que hace es producto de esa fundación. Para nada sirve tener todas las peculiaridades de la raza si hay serios problemas estructurales que limitan un eficiente desplazamiento en los objetivos funcionales y en algunos casos extremos aún de supervivencia del individuo.  En consecuencia, creo que todo juzgamiento de morfología debería comenzar por analizar la parte estructural. Debido a que el caballo de alto rendimiento atlético trabaja en velocidades donde algunas de sus extremidades por unos instantes se ven obligadas a soportar todo el peso corporal, generalmente la prioridad de este juicio debe empezar por las manos, luego las patas y subsecuentemente el resto del cuerpo. 

Cuando uno juzga los aplomos, generalmente se fija en alineamientos y ángulos, ya que ambos factores pueden incidir mucho en una sobrecarga anormal  que tarde o temprano resulta en dolores, inflamaciones, derrames sinoviales, sobrehuesos o quebraduras que limitan la función del animal. Debido a que la masa corporal está cargada sobre cuatro “zancos”, lo primordial es que la secuencia de huesos sobrepuestos  tengan una trayectoria lo más a plomo posible. Esto significa que cuando priorizamos los defectos de aplomos siempre debemos castigar más los defectos que desalinean los huesos de la verticalidad que les corresponde tener. Vale la pena estipular que mientras más largo es el hueso que se desvía de la verticalidad, más grave es el problema. 

Podría exponer mucho sobre los ángulos, direcciones y proporciones de todos los huesos de la anatomía, pero eso sería tema para un libro entero. Así que por ahora quisiera tocar el aspecto que a mi juicio más se ignora en la raza. De esta manera todos puedan aspirar a hacer mejores selecciones de sus reproductores para ir corrigiendo un mal que sucede en exceso en nuestra raza nacional. Mi enfoque en este artículo va  a ser sobre los problemas de rodilla, o sea los carpos. 

En general, para simplificar este tema a quienes lo están leyendo por primera vez, las rodillas tienen tres clases de defectos. Uno es un problema de rotación, otro es la mala alineación de dos huesos que llevan distintas trayectorias paralelas, y la última es un problema de deformidad angular. Es muy difícil generalizar sobre este tema, ya que el grado de la incidencia del problema también es una variable muy importante al comparar las tres clases de anomalías y aún se complica más cuando ocurren simultáneamente en el mismo ejemplar. Cabe indicar que comparando el mismo grado de anormalidad, los he mencionado del menos al más preocupante. 

El primer defecto es una mano rotada sobre su eje de manera que la rodilla no se localiza directamente para el frente. Realmente, si ocurre una rotación de rodilla el 98% del tiempo va suceder para fuera. Mirando al caballo de frente notara que en distintos grados la cara de la rodilla está dirigida a la parte exterior del eje longitudinal del cuerpo del ejemplar. La rotación clásica, sin otros problemas agregados, no es un defecto de alineación. El peso de los hombros y antebrazos se distribuye a lo largo de la columna ósea, pero a medida que se agrava puede, eventualmente, acentuar la falta de alineamiento de la cuartilla y casco. El peor problema de la rotación de rodilla es que la mano no tiene una trayectoria recta en su fase de suspensión. O sea, cuando el caballo levanta su mano y la extiende hacia adelante, en ese movimiento en el aire la mano hace un arco hacia adentro antes de tocar tierra donde empieza a soportar el peso con la mano rotada hacia afuera. Esto significa que hay una ineficiencia de movimiento que cubre un innecesario desplazamiento lateral junto con la trayectoria frontal que arriesga tener interferencia con la mano contraria durante el tranco. 

El segundo defecto de rodillas desaplomadas, se observa en ejemplares que tienen la unión de la caña (metacarpo) y la parte inferior de la rodilla (segundo, tercero y cuarto carpo) desalineada respecto a la trayectoria que establece el antebrazo (ulna y radio) y la parte superior de la rodilla (carpo ulnar, carpo medial y carpo radial). Cuando el problema no es demasiado acentuado, la caña (metacarpo) y el antebrazo (ulna y radio) pueden tener buena verticalidad, pero la línea longitudinal de ambos, no sigue la misma trayectoria aunque ésta sea paralela. En casos leves la proyección de las manos puede ser perfectamente recta en la fase de suspensión. Si el desaplomo es un poco más serio, puede haber una compensación de un problema angular en la articulación que une la cuartilla (primer falange) y la caña (metacarpo) hacia adentro o hacia fuera, dependiendo si el desaplomo de la caña es fuera o dentro del antebrazo. En estos casos, en la fase de suspensión la caña mostrará una buena trayectoria pero el casco se botará para afuera o para adentro dependiendo de cuál sea el caso.  Vale la pena hacer la generalización que la gran mayoría de las veces en que el caballo pisa con los cascos rotados para adentro (pata de paloma) son producto de desaplomo de rodilla donde la caña (metacarpo) está fuera de la alineación del antebrazo (ulna y radio). 

Lo importante de tener en cuenta es que el problema de desaplomo de rodillas sí crea una falta pura de alineación; pero aunque no se distribuye el peso de los hombros y antebrazos por el centro de las cañas (metacarpos), el caballo mantiene los cascos bastante cerca de la base que corresponde debajo el cuerpo y por ende en casos leves sufre muy pocos inconvenientes. Obviamente a medida que el problema se agrava la línea de peso que baja por el antebrazo (ulna y radio) se aleja más a una extremidad de la caña (metacarpo) y empieza a poner excesiva presión en el ese lado del hueso. Frecuentemente esto puede causar sobrehuesos (exostosis) que tratan de reforzar el lado que recibe más peso de lo que corresponde. En estos casos más graves, también hay una  obvia desviación angular de la cuartilla, lo cual puede causar desplazamientos óseos, derrames sinoviales y problemas de sesamoides en la parte inferior de la pata. No quiero desviarme a esos problemas en este artículo, ya que lo que pretendo ahora es enfatizar los problemas de rodilla, que son de los más preocupantes problemas conformacionales de nuestra raza. 

El tercer defecto de odilla, que indudablemente es el peor, es la deformación angular. Esta es causada por un crecimiento disparejo de la parte interna y externa del sector proximal (más cercano) de la caña (metacarpo). Si la parte interna crece más que la externa, la caña se desvía en un ángulo hacia afuera, alejando el casco al exterior del punto de plomo que debiera soportar la columna de peso de la mano. Esto es conocido como “carpus valgus”. Si la parte externa crece más que la interna, entonces la caña se desplaza en ángulo hacia adentro poniendo el casco al interior de la línea de plomo, creando una base angosta donde los cascos están más apegados de lo normal. Esto es conocido como “carpus varus”. 

Por varias razones, este defecto es el más severo de los tres problemas de rodillas mencionados. Primeramente la línea horizontal que divide las dos hileras de huesos cúbicos (carpos) de la rodilla no se ve horizontal. Esta realidad causa que una parte de la rodilla reciba mucho más compresión que la otra y los huesillos de ese lado están muy dispuestos a sufrir pequeñas fracturas que se desprenden dentro la articulación, conocidos como “chips”. Por otro lado, esta desviación angular separa la caña drásticamente de la línea de plomo que soporta el peso del caballo y por lo tanto pone un recargo exagerado en la cara lateral de la caña que está más cerca de la línea de plomo. Si esto es grave en cualquier caballo de silla con funciones que los desplazan frontalmente nos podemos imaginar lo fatal que es para los corraleros de nuestra raza que hacen gran parte de sus esfuerzos con movimientos laterales en ambas direcciones. 

Frente a este defecto, no es nada raro que haya inflamaciones de los ligamentos ínter óseo que unen unos delgados huesos obsoletos (huesos rudimentarios) que corren por esa cara de la caña y eventualmente éstos se reforzarán con osificaciones (exostosis) conocidas como “splints”. Si son suficientemente grandes estas anomalías pueden interferir con el ligamento suspensor de la mano, dando otra razón de cojera. Todo caballo con deformidad angular también es candidato para una fisura de la caña en ángulo oblicuo (fractura “slab”) cuando el hueso con mala distribución de peso ya no soporta más y se fatiga. 

Como si esto no fuera suficiente, los problemas de deformidad angular de rodilla son los que peor arco causan en la fase de suspensión de la mano. Esto significa que los caballos con “carpus valgus” son muy dados a tener interferencias cuando están corriendo y arriesgan traumas en la mano contraria. El hecho que esta angulación separe tanto el casco del punto de plomo que debiera soportar el peso del animal, significa que hay un terrible desbalance en el peso que soporta el casco, cayendo casi todo en un lado u otro del mismo, según el problema que aqueje a la rodilla. Esto no sólo puede causar problemas serios de compresión de la banda coronaria y disparejo crecimiento del casco, si no también predispone a estos animales a serios problemas de sesamoiditis (inflamación de un hueso detrás del menudillo que sirve de polea para el ángulo que hace el tendón flexor superficial y la rama medial del ligamento suspensór) o incluso fractura de los sesamoides. 

Creo que ya basta de nombres y explicaciones pero lo que espero queda claro con este escrito es que no importa qué tan “acampao” sea su caballo, su funcionalidad está muy comprometida si no tiene una buena estructura ósea. Desgraciadamente estas virtudes y defectos son algunos de los aspectos más heredables en los caballos, así que si se utiliza reproductores(as) con estos problemas, los mismos se manifestarán en muchas generaciones subsiguientes. Obviamente si vamos a mostrar nuestra raza ante el público general y demás criadores, es sumamente importante que antes de todo, tengamos ejemplares de buena estructura ósea para luego juzgar cuales son los mas atléticos, bonitos y acampaos. Si una casa tiene un pobre cimiento es en vano entusiasmarse por la belleza del resto de la construcción. Si realmente queremos instalarnos a vivir en una casa bonita, primero debemos tener la seguridad que la fundación es sana y duradera, y esto es un buen principio para los caballos también. 

Reconozco que gran parte del problema en nuestras exposiciones es que muchos participantes no se percatan de los defectos que tienen sus ejemplares. Otra parte del problema es que puede haber una pequeña cantidad de caballos en ciertas categorías de morfología  y puede darse el caso que no hayan ejemplares libres de problemas estructurales serios. Más se agrava el hecho debido a que la mayoría de los competidores tienen la esperanza de ganarse una roseta de primer puesto si logra ser el mejor calificado de su categoría. Pero no perdamos de vista que los resultados primordialmente deben engrandecer al Caballo Chileno. Si entregamos premios prestigiosos a ejemplares con defectos serios estamos haciendo un tremendo mal a la raza. No solo damos un mal ejemplo a otros perdonando estos defectos; pero peor aún, estos caballos de reconocidos logros en el área de competición luego tendrán méritos falsos que justificarán sacarle crías que propagarán estos defectos inconvenientes. 

Es mi opinión que cualquier caballo con un problema serio estructural, no se merece ganar un primer premio en su categoría. Si no hay un ejemplar mejor en la clase, entonces a dicho caballo se le debe otorgar una cinta de segundo lugar para asegurar que no siga compitiendo para los premios que llegan al Mejor Ejemplar de la Raza. Con este consejo no pretendo olvidarme de todas las otras características que son importantísimas para un buen ejemplar de la raza. Solo quiero sugerir la existencia de un colador que nos ayude a seleccionar qué caballos son realmente aptos para exposiciones. 

Al igual que en los rodeos donde el criterio para los puntos buenos y malos están bien definidos y todo competidor se juzga con la misma vara, nuestras exposiciones también deben juzgarse con un criterio bien establecido que puede dar lugar a competencias de diferentes calidades. Hay rodeos en nuestro país que se ganan con tan solo 5 puntos buenos, mientras otros requieren de 41 puntos para el triunfo. Aunque la morfología es otro tipo de competencia, también tenemos que ser consecuentes en la forma que se juzga. Tendremos que aceptar que aplicando esta mentalidad habrá competencias donde muchas categorías tendrán desiertos los primeros lugares y otras en que todas tendrán ganadores estructuralmente correctos. Cuando nuestros criadores tengan en claro con cuales defectos no tendrían ninguna posibilidad de obtener primeros puestos, esa clase de caballo no se contemplará para las exposiciones. 

En el caso que los defectos sean leves en varios ejemplares, se debiera tomar en cuenta la gravedad de los problemas. Si hay un ejemplar con una leve deformación angular y otro levemente rotado o desaplomado de rodilla, definitivamente el primero debiera ser castigado más en la evaluación porque es un problema que conlleva consecuencias mucho más serias. Si hay leves problemas en manos en uno y leves problemas en patas en otro, el caballo con el problema en las manos debe evaluarse peor, ya que la mayor responsabilidad de soportar el peso de los caballos recae sobre la mitad anterior. En fin, hay tantas variaciones de problemas que podríamos tocar, y aunque es bueno saber como juzgarlos según la gravedad del problema, nuestra real meta en los caballos de exposición debiera ser tener buenos aplomos en las cuatro patas. Con estos ejemplares sí que podemos empezar a hilar más fino en cuanto balance, presencia, definición muscular, ángulos corporales, grado de “acampao” y las demás características que define el Standard de la Raza. 

Sé que habrá quien dirá que los caballos perfectos no existen y yo estaría de acuerdo con ellos. Pero pedir que un caballo tenga una buena estructura ósea es muy lejos de ser perfecto entre el sin fin de detalles que se analizan dentro de las normas establecidas y de los gustos personales. En cambio lo que está claro es que nadie quiere un caballo poco duradero o propenso a problemas, y la ausencia de esos problemas debe ser una cualidad que cada día aspiramos más en nuestra raza. Ojalá todo jinete sea conciente de las limitaciones conformacionales de sus corraleros, pero nadie debe tener más escrúpulos por éstas que los criadores. 

Después de mucha discusión, se decidió que los Sellos de Raza se determinarían priorizando las características que representan la raza y no necesariamente los detalles morfológicos. Puedo entender este razonamiento, ya que los jueces están juzgando caballos ensillados que son imposibles de evaluar como un conjunto. Con más de 30 ejemplares dando vueltas alrededor de los jueces, tampoco es fácil lograr una apreciación seria de aplomos. De hecho, caballos con defectos estructurales han sido elegidos Sello de Raza por su excelente cabeza, adornos, prestancia e impresión general bajo la montura. No creo que se pueda esperar mucho más en el ambiente de la medialuna. No obstante, estando en el escenario de la competencia de morfología es el momento preciso para ponernos exigentes en alzar la vara más alta para nuestra raza. 

Esto va a requerir de expositores informados y comprensivos de cuales son las metas que convienen a todos. También va a requerir de un público que vaya aprendiendo qué realmente constituye un buen ejemplar de la raza. Y mas que nada, requerirá que se permita a los jueces actuar a conciencia con objetivos que han sido claramente definidos de antemano por la Federación de Criadores. 

Pienso que estas metas son muy viables en Chile, pues cuando se ha juzgado el tipo del Caballo Chileno se ha hecho de manera muy profesional.  La seriedad demostrada durante los últimos 112 años indica que hemos tenido especialistas que han puesto en alto el Standard de la Raza y ante todo, la interpretación tradicional del Caballo Chileno. Realmente halago la labor de los jueces chilenos en la actualidad y a través de los tiempos, porque son muy pocas las razas de cualquier animal doméstico que se ha mantenido tan fiel a sus fines originales.

        Por lo tanto, mi principal sugerencia constructiva es ponernos más exigentes en los aspectos estructurales, ya que esto no cambiará en nada los aspectos raciales del caballo que nos representa.  Más bien, el ser rigurosos evaluando el aspecto estructural como un preámbulo al tipo racial nos va a ayudar a dar un gran paso para mejorar la durabilidad y funcionalidad del Caballo Chileno. Tengan muy en cuenta que eso será un logro más práctico para los caballos que guerrean en las medialunas del país, que para los dandis de la explanada del Parque Padre Hurtado.  Por lo tanto, el ejemplo de estricta selección que proyectamos en la cancha de morfología, debiera imitarse    todos los criaderos que tienen la finalidad de producir el mejor caballo vaquero del mundo! 

 Hasta la Próxima,

Randall

 

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