Solución para los Caballos Silvestres en la Cordillera de Darwin

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       Solución para los Caballos Silvestres en la Cordillera de Darwin

Por

Randall Ray Arms, PAS 

Actualmente hay mucho interés y preocupación por la noticia de la “casería y extermino de caballos salvajes en la Cordillera de Darwin” en Tierra del Fuego, Chile. Considero que esto es un noticia alarmante para todos los amantes de los caballos, muchos de los amantes de la fauna y flora de Chile y la mayoría de los ciudadanos del país que tienen un cierto grado de identificación con todo lo que simboliza el caballo en la historia de nuestro país.  Por ser un tema emocional hay muchas reacciones subjetivas y una abundancia de información diversa con suficiente discrepancia para poder contemplar cuál será la realidad de lo sucedido, qué es la reacción más sensata que corresponde y  cuáles son la posibles soluciones para el bienestar de los caballos en mención. 

He leído con mucho interés la carta de la Cámara de Turismo de Tierra del Fuego y del Estrecho de Magallanes y ha sido muy confortador que esta entidad regional este pidiendo revocar la “caza de los caballos salvajes, impedir la salida del ganado de la Estancia Yendegaia y la Cordillera Darwin y crear un área protegida para los caballos salvajes en terrenos fiscales”. Es admirable que esta Cámara de Turismo está luchando para salvar los caballos salvajes de Tierra del Fuego como ya lo ha hecho por otras especies silvestres de la región.

Estamos frente a una acción de una fundación ecologista que tomó una medida errónea en la forma que elaboraró un contrato para erradicar los caballos de la estancia Yendegaia.  Actualmente hay un sin fin de acusaciones y explicaciones que son difícil de descifrar, pero irrespectivo de cómo se hizo el despoblado de los equinos y que destino final tenían, indudablemente el hecho de sacarlos muestra una falta de sensibilidad que estas medidas han tenido por la vida de una especie que merece nuestro máximo respeto.

Sin embargo, después de las justificaciones y aclaraciones que se den por la forma que se cazaron los caballos y las disculpas correspondientes, les aseguro que vendrá el argumento de ambientalistas fundamentalistas que alegarán que el caballo no tiene cabida en un parque natural de la república. De hecho ya han aludido que la presencia de los caballos están en un estado de abandono, están deteriorando el ecosistema y contribuyen a la transmisión de enfermedades a otras especies de la zona”.  Cuando la polvareda se despeja no se sorprendan que vendrá un argumento que el caballo es una especie exótica y que realmente no es un animal silvestre sino feral y por ende no corresponde pisar las tierras de nuestros parques nacionales. He escuchado este argumento en otros países de América y a mi juicio demuestra una falta de conocimiento de la trayectoria del équido en las Américas.

A mi forma de pensar el meollo de este tema va mucho mas allá de si sacan o no los caballos de la Cordillera de Darwin donde no tengo duda que merecen estar con un buen manejo de parte de nuestro gobierno. Alegar que los caballos silvestres se queden en la Cordillera implica que entendamos que son un verdadero valor de la república que se justifica cuidar como es debido.  Esto debe incluir los estudios que pueden convertir estas múltiples bandas de caballos salvajes en un bien nacional que puede fortalecer nuestro país por dar una muestra más de una mentalidad progresista y estudiosa con la fidelidad que merece esta especie que tanto ha contribuido a la historia de nuestra nación.

Primeramente, déjame adelantarme al argumento si el caballo se puede considerar una especie silvestre. El reino animal esta compuesto por muchos mamíferos de diversos géneros y especies y todos son obras de la mano de Dios y su pincel evolutivo, por lo tanto esta clasificación de “doméstico” o “silvestre” es simplemente una conveniencia humana que deja describir qué especies tiene temperamentos que se prestan para la manipulación humana. Como el autor Jared Diamond aclaro, “solo 14  de 148 herbívoros terrestres llenaron los requisitos de temperamentos pasivos, tazas de crecimiento, habilidad de reproducir en cautiverio, menor instinto de huir y estructura social para una domesticación exitosa”. La domesticación no fue una gracia humana, más bien fue el fin de pruebas y errores con diversas especies hasta encontrar cuáles se adaptaban mejor a nuestras necesidades de poder procrearlas en nuestro vínculo con el fin de proveernos de necesidades vitales y/o rentabilidad económica. Al encontrar estas 14 especies que tenían cualidades que se prestaban para la domesticación, usamos nuestra influencia en la selección para perfeccionar sus aportes a nuestras metas. Cuando el hombre introduce estas especies a medio-ambientes que no le son naturales se refieren a ellas como animales “exóticos”.

Sin embargo, algunas de estas especies fácilmente podrían retornar a su vida libre si fueran abandonados por el humano. Los animales procreados por humanos en cautiverio que se abandonan al azar de la sobrevivencia del más apto en la naturaleza,  se denominan animales “ferales”. Un animal feral es un individuo que antes se consideraba doméstico y que al cambiar a un estado de libertad ha perdido su relación social con el hombre. Todos los hemos visto y con una combinación de pena y admiración observamos como estos ejemplos valen por si mismo nuevamente cuando se liberan del yugo humano enfrentando las dificultades, riesgos e incertidumbres que periódicamente son parte del mundo salvaje

Sin embargo cuando estos animales se procrean en libertad por más de una generación y el grupo social llega a tener una creciente mayoría de individuos que no han tenido la influencia del hombre,  podemos tener ocasión de reclasificarlos como fauna silvestre nuevamente.  Un animal silvestre tiene la habilidad de vivir en un ambiente que le es natural, desconociendo totalmente la dependencia y confianza en el hombre mientras que responde casi siempre a la fuerza y la selección de la naturaleza. Como todas las definiciones no todo es blanco y negro y las excepciones minoritarias siempre vienen a la mente, pero es importante tener claro la definición clásica porque creo que el caballo libre tiene toda la razón de considerarse parte de fauna silvestre.

En los muchos escritos que se han pasado de un lado a otro en estos últimos días hay muchas aseveraciones de lo único que son estos caballos Magallánicos.  Lo cierto es que cada manada de caballos silvestre en el mundo realmente es única ya que esta especie a través de millones de años ha mostrado tener una muy inusual adaptación de las múltiples variables que enfrenta para sobrevivir en la vida. Sin embargo quiero que todos tengamos claro que aunque el número de caballos silvestre a disminuido paulatinamente a través de los últimos cuantos millones de años, aun hay muchos ejemplos de ellos.

En Latinoamérica se encuentran en Brasil, Argentina, México y otros países aunque las manadas no son muy bien documentadas. En EE.UU. se pueden ver en el Desierto Rojo de Wyoming; en el Great Basin; en el sur de Utah  en el Parque Nacional de Theodore Roosevelt, en el Kiger Plateau donde caballos sin la influencia del hombre han existido por mas de 300 años en el sureste del estado de Oregón; en el área central de Idaho cerca de Challis; en Nueva México; en el oeste de Colorado; en Montgomery Pass del estado de California y el lugar más conocido en el Refugio Nacional para Caballos Silvestres de Pryor Mountain en el estado de Montana donde hay una reserva de más de 18,000 hectáreas para una manada de caballos que tienen mas de dos siglos de existencia. Sólo en el estado de Nevada  hay unos 35.000 caballos silvestres. En el este de EE.UU. hay una serie de islas de barrera que hospedan algunas de las manadas más antiguas de caballos salvajes de esa nación. Las más conocidas son las islas de Assateague  (en Virginia y Maryland); Shakleford Banks, la Isla Carrot y la Isla Ocracoke (en Carolina del Norte) y la Isla Cumberland (en el estado de Georgia). En total se estima que EE.UU. tiene más o menos 50.000 caballos silvestres en estos diversos lugares.

En Canadá hay caballos silvestres en el oeste de la Provincia de Alberta, en la provincia de Columbia Británica y el sur del Territorio Yukón. En el este de esa nación en la Isla Sable cerca de Nova Scotia han existido caballos silvestres por más de 250 años. En Nueva Zelandia se encuentran en las Montañas Kaimanawas. En el sur de Japón los caballos silvestres Misaki han existido por casi 400 años. En el estuario del Río Ródano de Francia existe un grupo muy homogéneo de caballos silvestres en la zona de Camargue. Inglaterra tiene varias  razas de ponis como el Exmoor, el Dartmoor y el New Forest que se creen que descienden de ponis salvajes de la última era del hielo. 

En el Territorio Norte de Australia es el lugar donde reinan los mayores números de caballos salvajes ya que en estas tierras sumamente áridas el inventario oscila entre 300 y 600 mil caballos ya que padecen de enormes mortalidades en años de sequía y proliferan con facilidad en años donde hay suficiente agua. Si pensamos que aquí en Chile hay tema de discusión, hay que ver por cuantos años las organizaciones de Derechos de los Animales han peleado con los programas federales de Australia que disparan caballos silvestres de aeronaves para luego llevarlos a procesamiento como un control demográfico para evitar las desgracias de las sequías. En ese continente donde los équidos son una introducción totalmente humana, SI se puede considerar el caballo una especie exótica. Sin embargo, en estas tierras las más inhóspitas del planeta han podido sobrevivir en grandes números.

Lo más probable es que toda Europa tenia manadas de caballos silvestres en tiempos prehistóricos y un équido de esa época conocido como el tarpan (Equus ferus stenonius) probablemente tiene una relación cercana con nuestro caballo moderno. Se sabe que este équido era de un temperamento muy domable y a diferencia de muchos caballos silvestres se encontraba principalmente en áreas boscosas con densa vegetación. El último tarpan murió en 1851 por lo tanto no podemos aseverar si tiene la clasificación del caballo moderno que hoy conocemos con el nombre científico Equus caballus.

El famoso hipólogo Ruy D’Andrade personalmente vio ejemplos de los últimos Sorraias silvestres en el Vale de Zebra de Portugal y tenia el pensamiento que estos caballos arcaicos podrían ser descendientes directos del Tarpan. Se sabe que genes del Sorraia existen en manadas salvajes de Norteamérica.

Hoy día aún quedan Caballos Przewalski en Mongolia que indiscutiblemente son salvajes e indomables, pero incluso sabemos que tienen un distinto número de cromosomas que el Equus caballus. Hay muchas especulaciones como el caballo moderno descendió del Equus przewalskii o un ancestro común con otras especias salvajes del genero Equus como el: Equus africanus (subespecie Somalí y Nubiana), Equus hemonionus (subespecies de Onager, Kiang, Kulan y Asno Indicus), Equus zebra (zebra de montaña con subespecie Zebra Hartmann y probablemente el extinto Quagga), Equus burchelli (zebra común con subespecies Zebra Burchell, Zebra Grant, Zebra Chapman),  Equus Grevyi (zebra que solo quedan escasos números en el norte de Kenya). Es mi opinión que hay razón de pensar que posiblemente el Equus caballus que hoy día conocemos es una especie que antecede los demás miembros del género Equus ya que el caballo silvestre de nuestra era se diferencia de la mayoría de las otras especies salvajes del género Equus en no ser territorial en su comportamiento. Esto le dio mucha más libertad para propagarse en una era formativa de ancestros más ampliamente distribuidos a través del mundo.

Otro dato interesante es que la mayoría de los caballos modernos aun conservan los cuatro callos en el interior de sus extremidades conocidos como “castañas” que se supone son vestigios de las almohadillas digitales de cuando los équidos ancestrales del caballo tenían múltiples dedos en la manos y patas. La desaparición de dos de estas castañas sin función anatómica en  las otras especies del genero Equus, para mi forma de pensar, indica que ellos tienen una mas desarrollada evolución y por ende aparecieron más recientemente en el árbol evolucionista que el caballo.

Entro en todos estos detalles porque quiero resaltar que el caballo (Equus caballus) es una especie muy antigua que tiene razón de tener muy gravado en su genoma genético sus características de fauna silvestre. De hecho el género Equus aparece hace 3.3 a 4.0 millones de años (justo cuando el istmo de Panamá se levanta del océano y crea el puente terrestre para la migración de mamíferos de Norte America a Sudamérica) y el équido cabelloide aparece hace 2.2 millones de años. Hay que tomar nota,  TODA la evolución de los équidos como el Hyracoterium que apareció hace 57 millones de años, pasando por 5 o 7 diferentes géneros hasta dar con el Equus caballus que dio origen al caballo moderno, ocurrió en América. Si hay una especie que representa el Hemisferio del Oeste con una larguísima trayectoria, es el caballo! Difícilmente nosotros los hombres podemos considerar los équidos “exóticos” en estas tierras que apenas venimos habitando en los últimos 30 o 40 mil años.

Ya escucho los ecologistas rápidamente argumentando: “Pero el caballo desapareció de las Américas por 10.000 años y no fue introducido hasta que Cristóbal Colon hizo su segundo viaje al caribe en 1493”. Esto es muy cierto, pero mi respuesta es que esta no es la primera vez que el caballo se ausenta y retorna al hábitat de su formación. En otra ocasión los caballos también desaparecieron de las Américas.  Esa vez fue por 100.000 años y hace medio millón de años regresaron de Asia a su “casa” en la Américas por el Estrecho de Bering. Ese movimiento que periódicamente ocurría por las congeladas aguas del Atlántico en Eras de Hielo no cambio la clasificación de la especie, ni el hecho que las Américas eran sus tierras formativas por casi sesenta millones de años.

Si bien podemos pensar que el caballo silvestre es parte de la auténtica fauna de las Américas y que en este hemisferio es injusto clasificarlo como una especie exótica, la pregunta que nos tenemos que hacer es “Que propósito tiene mantener las más de sesenta bandas que forman un total de más o menos mil caballos silvestres en la Cordillera de Darwin?”. Según la Cámara de Turismo de Tierra del Fuego y del Estrecho de Magallanes los primeros caballares en poblar el área eran animales dejados por la expedición que Darwin hizo con el Capitán Robert Fitzroy, el almirantazgo británico de la ahora famosa nave The Beagle.

Esto significa que por lo menos parte de la genética de los caballares de la Cordillera de Darwin datan de hace más de 180 años. Posteriormente dicen que una serie de animales fueron traídos por los primeros emprendimientos forestales y ganaderos hace más de un siglo. Desconozco de donde pueden haber provenido los caballos introducidos en Tierra del Fuego en estas épocas, pero está claro que hay una genética bastante antigua.  Tal como las manadas silvestres en las islas de barreras en la costa del este de EE.UU., probablemente estas poblaciones equinas recibieron mucho menos influencias foráneas que las poblaciones en el continente que tenían acceso a la llegada de nuevos equinos introducidos en la zona. Según entiendo de lo pocos detalles que se han publicado al respecto, aparentemente en los últimos 60 años los caballos de la Cordillera de Darwin han existido sin la manipulación del hombre. Todo este antecedente establece unas circunstancias insólitas ya  que esta población de caballos silvestres está a más de 11 grados de latitud al sur que cualquier otra agrupación de equinos salvajes. Este solo dato hace muy interesante estudiar el comportamiento de los caballos silvestres de Chile ante la diversidad de variables que enfrentan otras poblaciones libres en lugares muy distintos. 

Una de las cosas que hace interesante estudiar el Equus caballus es su gran habilidad de adaptarse a diversos ambientes. Caballos silvestres se encuentran en terrenos áridos y semiáridos tanto como áreas donde la pluviometría sobrepasa los 5.000 mm por año. Se pueden encontrar bajo el nivel del mar al igual que a 3.000 m sobre el nivel del mar. Se encuentran en llanuras de pastizales abundantes, en islas de arena donde comen pastos de alta salinidad, plantas tan espinudas como el “greenbrier” que la llaman alambre de púas verde, hiedra venenosa y brotes de fragmitas que son plantas parecidas al bamboo. Pueden tener dietas contaminadas con considerables cantidades de materias inorgánicas también. Sobreviven en los estuarios donde pasan gran parte del día en el agua soportando cantidades enormes de insectos chupadores de sangre. Viven en ambientes con casi nada de agua dulce o sobreviven con aguas con un grado de salinidad. Habitan lugares que llegan a tener temperaturas de 40ºC bajo cero con nieve acumulada hasta el vientre, como también soportan veranos con temperaturas tan altas como 46ºC. Dan sus espaldas a vientos árticos como también a monstruosos huracanes tropicales. Hay poblaciones de equinos libres que tienen un área de residencia de tan solo 750 hectáreas y otros que han habitado áreas de más de 200.000 hectáreas. Si hay una cosa que la investigación ha demostrado es que las variables aquí mencionadas afectan muchos de los aspectos biológicos de los caballos. Como afectarán los baguales chilenos?

Variables que se encuentran en diversas manadas libres son:

  • 1- numero de potros maduros por manada
  • 2- grado de aislamiento de la yegua en el momento del parto
  • 3- tazas de reproducción y la influencia que tiene el clima, la lactación y el destete
  • 4- comportamiento territorial que normalmente esta ausente,  pero que pueden existir circunstancias excepcionales
  • 5- adaptación de los diversos factores climáticos.

Estos temas se prestan para estudiar muchas cosas,  incluyendo:

  • 1-   la taza de crecimiento de la manada
  • 2-   numero de años en el patrón de nacimientos
  • 3-   eficiencia reproductiva en Magallanes y la influencia del reducido fotoperíodo
  • 4-   duración de la temporada de cubrición y partos
  • 5-   pérdidas fetales en los inviernos Magallánicos
  • 6-   sobrevivencia de progenie al año de vida
  • 7-   incidencia de infantilismo
  • 8-   origen genealógico con estudios de ADN mitocondrial
  • 9-   posible relación con genética chilena que llego a Sudáfrica y Australia
  • 10- comportamiento social como jerarquía entre bandas, liderazgo y dominancia dentro de la manada, edad de expulsión de la manada, etc.
  • 11- variedad y análisis de fuentes de nutrientes de sustento
  • 12- numero de vértebras lumbares
  • 13- estudios de parasitología
  • 14- porcentaje de mortalidad de la manada y longevidad promedio en estado silvestre
  • 15- desgaste de cascos y dientes
  • 16- incidencia de endogamia y de existir como afecta la salud de la manada 

Parte de las repuestas de estos interrogantes pueden determinar si existe una sobrepoblación o de no existir, puede ayudar determinar cuando empieza en el futuro. Vale la pena establecer qué parámetros determinarán una sobrepoblación,  pero algunos factores a considerar que nos alerta el autor del libro Into the Wind, son los siguientes:

  • 1- cuándo los caballos no pueden mantenerse en un estado saludable a través del año
  • 2- cuándo hay una declinación en la taza de reproducción
  • 3- señales de enfermedades delimitantes
  • 4- cambios de comportamientos normales debido a la sobrepoblación

Como todos los ungulados (animales con cascos) que se permiten sobre poblar por la falta de manejo adecuado, los caballos son capaces de destruir la flora de áreas de sustentación y en consecuencia hacerse daño a ellos mismos. Lo mismo pasa con poblaciones de venado, alces y diversos otros herbívoros que no tienen un balance entre mortalidad y crecimiento generalmente influenciado por una población saludable de predadores. Sin embargo si las poblaciones de herbívoros silvestres están en concentraciones adecuadas,  realmente hay poca competencia para fuentes de nutrientes. Cuando caballos silvestres ocupan los mismos territorios del venado por ejemplo, las diferentes preferencias entre las especies hace que solo hay un traslape de un 10% de los consumido que es buscado por ambos. Por lo tanto el caballo compite poco con otros ungulados  herbívoros silvestres. De hecho estudios comparativos han concluido que “no hay evidencia que el caballo silvestre es más abusador de su medio ambiente que cualquier otra fauna herbívora silvestre o herbívoros domésticos”. 

Pero miremos el peor de los escenarios y preguntémonos que hacemos si los números de caballos silvestres en la Cordillera de Darwin llegan a ser excesivos? Es una realidad que ha llegado a suceder en varias reservas de caballos silvestres a través del mundo, especialmente cuando los números de predadores naturales han declinado. En EE.UU.  después de un ejemplar esfuerzo de perseverancia singular de una activista que llegó a tener el sobrenombre de “Wild Horse Annie”, en 1971 el congreso pasó el  Acta para Caballos y Burros Silvestre que  Deambulan Libremente. Dicha acta dio una muy amplia protección para los équidos salvajes del país para no ser exterminado por los humanos y se determinó que el conjunto del Despacho de Manejo de Tierras, el Servicio de Parques Nacionales y el Servicio de Bosques de Estados Unidos se encargarían de regir dicha acta que hasta el día de hoy sigue vigente.  Como consecuencia, en casos de sobrepoblación, se insistió por muchos años con un programa para adoptar caballos silvestres,  pero esto realmente ha sido un tremendo fracaso porque la captura, selección y distribución de animales costaba más que el ingreso que recibían de quien adoptaba el ejemplar. A no ser que los caballos se promuevan a tal grado que poseerlo tiene cierto prestigio para el comprador, es difícil que esta solución sea rentable para el gobierno que es quien debiera velar por los intereses de estas manadas libres. 

Por lo tanto,  la única solución viable y efectiva para controlar la población dentro de la manada de caballos silvestres es limitar la taza de reproducción. Investigadores intentaron manipular diversos niveles hormonales en potros tanto como yeguas con este fin, pero no fue hasta 1988 que el Dr. Jay F. Kirkpatrick dio con una respuesta práctica. El descubrimiento fue producir una vacuna bastante económica que creaba una inmunidad en la yegua contra sus propios óvulos. El producto se puede aplicar con dardos a distancia o pasando los caballos por un brete donde se inoculan manualmente, pero resultó que 95% de las yeguas tratadas no tuvieron potrillos. Además, este tratamiento es reversible con el tiempo lo cual permite que los administradores de las manadas salvajes puedan incrementar o disminuir los números a su antojo. También es importante que el uso de esta vacuna no tenga efectos en la estructura social o el comportamiento de los ejemplares tratados.

Esta solución pone un fin a la discusión de la caza de caballos salvajes para el propósito de traslado. Incluso, permite la creación de un refugio para ellos de manera responsable, haciendo un esfuerzo conciente de parte de nuestra nación para conservar este patrimonio nacional que tiene tanto apoyo de ciudadanos que se identifican con el simbolismo del caballo libre.  Esta emoción está claramente vinculada en muchas sociedades y culturas a través del mundo que tienen la fortuna de aún poseer caballos silvestres. Creo que la gran mayoría de los chilenos hemos desconocido de la existencia de estas múltiples bandas de caballos salvajes en la Cordillera de Darwin y a primera instancia es una noticia que cae muy bien. A medida que se difunden más los detalles de la manada y el valor estético de estos grupos bellos de animales en tierras agrestes y pristinas del sur de Chile, creo que el interés, el orgullo y la identidad con esta reserva crecerán exponencialmente. A su vez no podemos dejar de pensar que en cierto modo es nuestro turno en darle la mano a lo que queda de esta especie que se desvío de su destino libre para ayudar en una manera tan notoria el desarrollo de la humanidad. En pocos lugares hay un ejemplo mas impactante que en la historia de Chile donde el caballo ayudó en tantas maneras a formar este país.

Si como ciudadanos hacemos saber nuestra inquietud en hacerle honra a esta población de caballos silvestre de Chile, creo que el gobierno también podrá darse cuenta que podemos tener un beneficio como nación. Es una ventana de oportunidad de dar un ejemplo de cómo conscientemente resguardar a ejemplares silvestres de esta especie que lastimosamente han ido desapareciendo del resto de Latinoamérica donde en tiempos no tan lejanos existían en abundancia. Son los países progresistas, educados y sensibles con sus orígenes y entornos que ponen en práctica medidas de conservación y no hay que tener duda que dentro de la mentalidad ecológica de Chile el caballo merece su espacio para subsistir saludablemente en un medioambiente totalmente natural.

rra

06/07/14

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