¡Defendamos una raza EXCEPCIONAL!

Escrito por Randall Ray Arms el . Publicado en Mis Artículos

     

 

           ¡Defendamos una raza EXCEPCIONAL!        

          por  Randall Ray Arms, PAS

Mi Alma Mater es la Universidad de Kentucky y deportivamente es reconocido por tener uno de los mejores programas de baloncesto en el mundo universitario. Kentucky tiene la mayor cantidad de participaciones y la mayor cantidad de juegos jugados y mayor cantidad de juegos ganados en el torneo nacional de la NCAA de cualquier universidad de EE.UU.  También esta universidad tiene el récord de 1.047 juegos consecutivos anotando un tiro de 3 puntos. La escuela tiene 8 títulos nacionales, lo cual solo es superado por UCLA. Cuatro veces han sido vice-campeones, 17 veces han estado entre los mejores cuatro equipos y 37 veces entre los mejores ocho en la final de la NCAA. Treinta y dos veces han ganado el torneo de su conferencia del sureste de la nación, lo cual es otra marca indiscutible. Ninguna universidad ha superado sus 2.256 juegos ganados en baloncesto de primera división.  Ha mostrado la superioridad de tener la mayor cantidad de jugadores que han pasado al baloncesto profesional (NBA) y la mayor cantidad de jugadores que han sido elegidos para la NBA en primera ronda. Hoy día tiene 27 jugadores en la NBA, varios de ellos liderando estadísticas.  La escuela tuvo el director técnico con más victorias en el baloncesto universitario y es la única universidad que ha logrado títulos nacionales con 5 distintos entrenadores. Bueno, podría seguir dando más recuentos impresionantes de un deporte con una larga trayectoria de resultados valiosos, pero basta con decir que desde que su programa de baloncesto empezó en 1903, la tradición basquetbolista de esta universidad ha sido una de las grandes pasiones del estado que hoy dia cuenta con 4 millones de fanáticos.

Esta fama ha permitido reclutar los mejores jugadores de baloncesto en las secundarias de la nación y cada uno de ellos fueron astros sobresalientes para su edad. Pero si Kentucky ha tenido tanto éxito en moldear jóvenes a ser extraordinarios atletas, es porque para adaptarse al programa, los jugadores tienen que parar de pensar en ellos como individuos y comprometerse con la incomparable trayectoria basquetbolista de su universidad. Además de mejorar sus aptitudes en el deporte, ellos tienen que empezar a crear una mentalidad de equipo que hace honra a todos los logros de agrupaciones e individuos extraordinarios que dieron todo por la camiseta. Esa mentalidad ganadora para el equipo, la universidad y el estado, en general se ha formado por los responsables e inteligentes dirigentes del equipo que hacen entender, apreciar y responsabilizarse por el compromiso que cada jugador adquiere al usar el uniforme de baloncesto en ese estado que idolatra este deporte de más popularidad. Esta visión amplia que venera el rubro y la institución es un rasgo común en dirigentes instruidos de cualquier deporte.

Este preámbulo para jóvenes atletas que compiten con sus pares de la misma edad y experiencia, crea una competencia especializada de alto renombre que honra el baloncesto amateur. Los competidores no juegan por su bienestar económico, más bien juegan para honrar la institución que representan. No es un ejemplo totalmente comparativo con las competencias raciales donde involucra la crianza controlada de competidores de una especie, pero hace ver que, en ambos casos, es la mejor base para la selección, cuando se homogeniza las variables de los competidores. En el baloncesto el objetivo es “emparejar la carga” para la mejor selección de quienes podrán pasar a la NBA. En la producción animal la selección identifica los portadores de genes que podrán seguir propagando las virtudes de una raza. 

Donde sí se asemejan más, es que en ambos ámbitos, la seriedad estructurada de la competencia especializada es lo que permite hacer del espectáculo algo de mucho orgullo a nivel internacional.

Si hablamos de competencias funcionales caballares o participantes humanos en otros deportes de renombre, la formalidad de como se maneja la gala es esencial para que los deportes reciban el reconocimiento a nivel mundial. Cuando la calidad del evento es de primer nivel, hay requisitos y expectativas de cualquiera que se gana el derecho de ser partícipe. Ningún deportista, sean los más sobresalientes o los que forman parte de la banca, podrían pisar la cancha si no van vestidos acordes a la norma requerida.

Hay huasos que, mostrando una total falta de comprensión de lo que significa tener orgullo en su deporte, me alegan que los cuyanos pueden venir vestido como quieran, porque ellos “no le tienen miedo”. Otros tratan de justificar que muchos de estos nuevos participantes no tienen los medios para cumplir con los reglamentos. Sin duda, Messi tampoco tendría miedo a la competitividad de un nuevo jugador o equipo en la liga española, pero no por eso aceptaría que entraran a lugar con pantalones largos, zapatillas y gorros de lana. Exigir que TODOS respeten el rubro deportivo y muestren la seriedad y honra que un corredor responsable y atinado tiene para la estructuración de su deporte, es necesario para enaltecer el escenario donde la élite juega. Uno puede aparecer en una pichanga como le parezca, pero participar en las “grandes ligas” del rodeo amerita que todos los competidores se apeguen a los reglamentos.

Debido a la misma clase de sensatez, ninguna organización de categoría aceptaría la presencia de animales no registrados como ejemplares inscritos de la raza en una competencia racial.  De hacerlo, no solo quitaría el propósito práctico y necesario para el bien de la raza, pero a la vez indica a cualquier observador que están viendo una competencia informal de muy baja calaña.  Qué triste es que tomemos decisiones que humille a nuestro Campeonato Nacional para el Caballo Chileno de esa manera, después de tantos años de reconocimiento por tener más formalidad que cualquiera otra raza de Latinoamérica. Ningún propósito personal debiera tener más importancia que la tradición y los reglamentos que han enaltecido espectáculos de largo y prestigioso recorrido en el tiempo.

Lo antemencionado, nos demuestra que hay dos formas de valorizar y distinguir una raza caballar entre las 300 razas formales con registros a través del mundo. Una forma se determina por la antigüedad, ya que, al ser el primero o uno de los más antiguos en formar una raza con cualidades sobresalientes, es un gran prestigio para la sociedad y la nación donde estas innovaciones sucedieron. Por lo tanto, estos logros del Caballo Chileno de Pura Raza halagan el rubro de los criadores de caballos en Chile, enaltece la mentalidad del agro chileno y debido a que ambos sectores representan el país donde desarrollaron estas innovaciones, también es un gran mérito para la nación.

Todos estaríamos de acuerdo que encumbramos países transformadores porque ellos fueron capaces de inventar el avión; o crear las grandes pirámides; o iniciar el uso de terrazas en la agricultura; o penetrar el espacio, o crear la pólvora, o dar comienzo al renacimiento y/o la revolución industrial, etc. De la misma forma, en la producción animal, se admiran las primeras razas formadas y entre más años de continuidad han prosperado, más prestigio tienen. Uno cuantifica calidad genética por tener más años de selección y por ende un probable acervo genético más acotado con una más prepotente transmisión de esos genes.

Cuando un hito dentro de un rubro tiene continuidad, aumenta la admiración y reconocimiento de los hechos.  En ese sentido, pensar en quebrantar la continuidad de grandes logros es un retroceso a la mediocridad. Nadie puede iniciar un hecho y emparejarse con la admiración de un logro parecido que es mucho más longevo. Eso no desacredita la calidad del progreso en cualquier hecho. Sin embargo, en el corto plazo, la apreciación de lo obtenido en la crianza es mucho más subjetiva. A lo contrario, ser el primero en algo, o tener más años continuos de perseguir valiosos valores, es reconocido universalmente con mucha credibilidad.  El solo hecho de una larga continuidad de perseguir una meta, distingue esos acontecimientos ante el mundo entero. En ese sentido, tenemos que apreciar y cuidar todos estos logros del Caballo Chileno que nos prevalece por sobre 30 otras razas vaqueras en el mundo y en algunos casos hechos únicos dentro de las 703 razas regionales en existencia.

Algo relacionado con ser admirado por ser el primero, o ser el más continuo en algo beneficioso a la sociedad, es el prestigio que corresponde con tener ese grado de organización y tenacidad para siempre seguir puntualmente los procedimientos de la organización. Por lo tanto, empresas formales son más reconocidas y admiradas que entidades informales. Vehículos de marcas sinónimos con calidad, van a tener más admiración que injertos personalizados o marcas más nuevas en el mercado. Los nombres comerciales de cualquier vestimenta reconocida por sus altas exigencias tendrán más valorización y apetencia que manufacturas artesanales que no han sido probadas en el tiempo o con volumen. Los productos que son reconocidos como sobresalientes a través de una mayor cantidad de tiempo, traen más reconocimiento y admiración que repercute en esa evasiva palabra “prestigio”. 

Logros chilenos como: tener la mina de cobre a cielo abierto más grande del mundo; ser el mayor productor de salmón del Pacífico; ser uno de solo dos sitios en el mundo que se explota el lapislázuli, ser el principal lugar donde se cosecha el tan apetecido loco, ser donde existe la mayor reserva mundial de litio, todas son prestigiosas realidades de nuestro país. Ambos, el recurso natural, como sobresalir por intrusión humana, nos da derechos de jactarnos. No obstante, cuando hay una distinción debido a la intervención de ciudadanos, acredita el recurso humano de una nación.

La mayoría de las naciones en el tercer mundo tienen pocas, o menos, áreas de creaciones relacionadas con la creatividad e implementación humana y este vacío influye la autoestima de los habitantes. Yo he visto el cambio en Chile desde cuando solo se podía hablar del famoso salto en 1949 del Cap. Alberto Larraguibel y su caballo Huaso, a la nación que levantó cabeza con el primer ranking mundial de Chino Ríos, las medallas de oro de Fernando González y Nico Massú, las dos Copas de América conquistadas por nuestra selección de futból, los éxitos del FSI chileno Lido Palace que acumuló ganancias internacionales de casi 2.75 millones de dólares, los títulos mundiales de boxeo en peso gallo de Carolina “Crespita” Rodríguez  y la medalla de oro de Tomás González en las mundiales de gimnasia, etc.

Conquistas como estas han hecho mucho para cambiar la personalidad y asertividad de todos los ciudadanos de Chile. Cuando un país con la insignificante población de Noruega domina a países enormes con infinitos recursos en las recientes Olimpiadas de Invierno, hay un repunte increíble en el orgullo nacional.  Si estos logros se pueden repetir consistentemente, se obtiene más reconocimiento aún, que en ocasionales éxitos. Por lo tanto, es muy notable que pequeñas islas como Cuba o Jamaica pueden siempre estar dentro de los mejores de ciertos deportes olímpicos. Esto demuestra que la continuidad del éxito se incorpora en la fórmula que determina el grado de autoestima nacional y lo incrementa exponencialmente.

Toco este tema porque los logros obtenido por chilenos en la formación (por 350 años), registro (en 1893) y desarrollo de la raza del Caballo Chileno de Pura Raza (por 125 años) son de las más prestigiosas de este, su país de origen. Lo que se ha obtenido con crear el deporte principal para la selección de esta extraordinaria estirpe, a través de un espectáculo que nace de la disciplina racial vaquera más antigua del mundo que se implementa en forma continua, es un tremendo prestigio para nuestro rubro, el agro chileno y la nación de Chile en sí. No obstante, si “googleamos” los temas “Chile, logros”, o “Chile, logros en el Agro” o “Chile, logros en la producción animal”, las impresionantes hazañas del Caballo Chileno no aparecen por ningún lado.  La realidad que vivimos nos indica que muy pocos dirigentes y ninguna institución ha sabido realmente reconocer la primicias e inigualable continuidad del Caballo Chileno de Pura Raza y su deporte racial que es el Rodeo Chileno. Eso demuestra poca comprensión comparativa con otras razas del mundo. Este contexto, desafortunadamente establece un tono de falta de estimación, lo cual es una actitud común en países que históricamente no han tenido mucho que vociferar.

Si hay poca estima para lo que realmente significa el Caballo Chileno de Pura Raza y el Rodeo Chileno, entonces es muy fácil no intentar defender estos indiscutibles íconos del país. Incluso, eso se presta para insensiblemente pensar como desprestigiarlos o incluso destrozar las características que lo hace tan único, no solo en Chile, pero en el mundo entero.  Poca gente saben que por más de medio siglo el libro del Prof. Uldaricio Prado fue uno de dos libros escritos por autores chilenos más leídos en el mundo. Sin embargo, ¿Cuantos presidentes, senadores, profesores universitarios, directores FCCRCh y FEROCHI o huasos en general, han leído la magistral obra de “El Caballo Chileno 1541 a 1914, Estudio Zootécnico e Histórico Hípico”?  Si no nos interesamos en la trayectoria detrás de los logros más importantes de nuestra nación, es muy difícil tener una apreciación justa de las virtudes de las cuales debemos hacerles honra.

Esto no solo resulta en generaciones nuevas de animalistas que, por desconocimiento de nuestra raza y su predilecta disciplina, tratan de ilegalizar el deporte de más trayectoria histórica de la nación. Detrás de ese entusiasmo mal fundado, hacen cola los buitres con miras políticas. Ninguno de los dos grupos tiene conocimiento de cómo se originó el extraordinario Caballo Chileno de Pura Raza, ni tampoco el deporte que magistralmente ejecuta ante críticas que muestran clara falta de comprensión de labores vaqueras.  Pero al no comprender el significado de logros que pusieron en práctica tecnologías de punta de su época, unidos a la antigüedad e inigualable calidad, se busca hacer noticia con derrumbar un rubro que representa 35.000 corredores y cientos de miles de espectadores. Esto suena muy atractivo para quien nutre un espíritu destructor en su alma.

Pero peor aún, teniendo referencias del nombre del “Caballo Chileno” en la SNA y los célebres libros escritos sobre razas vaqueras de América por fenomenales expertos como Uldaricio Prado, Ángel Cabrera y Robert Denhardt, seguimos desconsiderando el nombre de nuestra raza nacional. Las directrices de nuestras federaciones, que se establecieron gracias a la existencia de esta fenomenal raza caballar, intentaron cambiar su nombre a “Criollo Chileno” e incorporarlo a formar parte de una raza ajena. Incluso hoy, después de tener aprobación abrumante de las bases para mantener el nombre “Caballo Chileno”, el actual nombre de la “Federación de Criadores de Caballos de Raza Chilena” (FCCRCh) aún no dá reconocimiento al verdadero nombre de nuestra raza.   

Ahora, la Federación de Rodeo Chileno (FEROCHI) que fue creado por criadores de Caballos Chilenos para encumbrar la disciplina del Rodeo Chileno al conducirlo como un deporte formal de renombre, desprestigia este evento racial con poner caballos que no están inscritos en el Registro del Caballo Chileno de la SNA, a competir al lado de nuestra caballada orgullosamente pura en ese evento por casi 60 años. Además, apoyan la ordinaria informalidad del uso de atuendos ajenos a nuestro deporte nacional en esta disciplina racial vaquera que es la más antigua del mundo en usar una vestimenta estrictamente estipulada. Esta entidad a la que se entregó este honorable patrimonio de tanto folclore no honra ni la raza vaquera más antigua de América, ni las tradiciones de su país de origen y más bien actúa con una total falta de respeto a los 35 mil huasos que participan en Rodeo Chileno a través del país en las diversas federaciones y asociaciones que se rigen por los reglamentos de este, muy definido, deporte.

Cuando los siglos de historia chilena nos entregan tanto para enorgullecernos, es incomprensible que un pequeño grupo de gente pongan sus ambiciones personales por encima del honorable Monumento Natural Nacional y raza reconocida oficialmente por la organización internacional de la FAO.  Todos los grandes hechos nombrados al final de este artículo, que traen tanto reconocimiento a Chile, no se atribuyen a ningún mérito de criadores contemporáneos. Todas estas distinciones se nos entregaron en bandeja de plata por antepasados que supieron reconocer la grandeza de nuestro caballo y deporte nacional y tuvieron la dignidad de continuar la vigencia de estos cumplidos de tanto pudor. Se me paran los pelos al escribir estas palabras que resaltan la visión de tantas generaciones de chilenos. Estos criadores y corredores patrióticos entendieron rotundamente que la continuidad de grandes hechos, incrementan más su reconocimiento. Después que uno abandona el incesante recorrido de las primicias de una raza, hay que aceptar que ese crédito más nunca será recuperable y los lamentables hechos nos retroceden para semejarnos a las razas comunes y corrientes que no pueden glorificar ninguna cosa en particular.

Puedo desconsoladamente entender que un grupo de individuos egoístas, sin consideración para todo lo que distingue nuestra raza, quiera denigrarla para fines personales de lucro y poder. Pero se supone que al formar estas leales instituciones que velan por las convicciones y principios que dio inicio a nuestro rubro, tendríamos un directorio de múltiples miembros que tendrían que acudir a las decisiones de docenas de presidentes de asociaciones en el consejo directivo. Esos presidentes a su vez debieran honrar la opinión de cientos de sus presidentes de clubes, que fielmente deberían representar los miembros de la institución que compone las bases que realmente deben tener la voz principal de la organización. Se estima que la Federación de Rodeo Chileno cuenta con una base de más o menos 10.000 miembros y me es incomprensible que esa base no se identifique con la importancia de las muchas virtudes que vengo señalando sobre nuestro caballo y deporte nacional. Si bien, muchos no tienen un punto de comparación con otras razas alrededor del mundo, por solo conocer el rubro de nuestro país, si creo que deben valorar lo que tantos antepasados hicieron para que esta raza y deporte se hayan considerado como uno de los valores más grandes dentro de Chile. ¿Sera posible que eso haya pasado al olvido? 

Siento que es como que heredamos la mejor tienda de Chile, la cual ha sido producto de 3 y 4 generaciones de una familia que la fueron levantando de apoco con muchos sacrificios y largas horas de trabajo, hasta que quedo siendo el comercio más importante de la nación. Pero al obtener la grandeza, nadie se recuerda de la innovación, de la lenta acumulación de bienes, de los esfuerzos incansables de mercadeo y las ganancias que se reinvirtieron para poder seguir creciendo. Lo único que ve la generación contemporánea es como pueden capitalizar el poder económico vendiendo la compañía o adquiriendo socios mayoritarios de otros países que cambiarán la identidad para hacer de ella, suya.

Crear una raza es un trabajo a largo plazo. Las razas más admiradas tienen siglos de formación y selección para alcanzar metas que son altamente transmisibles a las futuras generaciones. Incluso, puede haber gente de influencia en las razas que tratan de recortar los caminos con introducir genealogía ajena, o diversifican las metas para agrandar la base de mercado. En ambos casos diluyen la homogeneidad genética que permite un progreso más notable de los objetivos originales. Puedo mencionar muchísimas razas, hasta las que piensan que son de las más importantes en el mundo, que prostituyeron su pureza y funcionalidad racial con tal de obtener lo deseado más rápidamente a través de la trampa del “mestizaje”.

En parte, porque la “isla geográfica” de Chile ha estado tan alejado del resto del mundo y en parte porque las pocas décadas de mestizajes que se probaron antes de la formación de nuestro registro, dieron resultados tan inferiores a la genealogía autóctona que teníamos en el país, Chile es uno de los pocos lugares en el mundo donde se tuvo el más alto respeto para su raza nacional. Si bien las anteriormente explicadas razones justifican los hechos hasta el final del siglo XIX, nada de eso explica por qué los admirables criadores de todo el siglo XX y lo que va de este, se mantuvieron fiel a los objetivos de la raza. ¡Gracias a la gran integridad del criador chileno, hoy dia tenemos una raza que es más pura que la gran mayoría de las 703 razas caballares del mundo!... ¡Me da ganas de repetir eso tres o más veces para ver si el impacto de esas palabras, penetren la mente de los amantes de los Caballos Chilenos de Pura Raza! Me da gana de preguntar cómo alguien puede despreciar esas realidades por el simple hecho de obtener beneficios económicos, o alzar un ego inflado en obtener más control del rubro. Y lo más triste es que solo unos cuantos obtendrán esos beneficios desleales.

Pero amigos, no es la primera vez que ha pasado. Chile fue el primer país en el mundo que hizo una organización de criadores de caballos de raza vaquera. Sucedió en 1910, tras una idea dentro de la SNA y a la primera reunión asistieron 40 criadores de diversas partes del país para motivar gente a inscribir sus caballos en el registro, para aconsejar ser mejores criadores y para promover la raza. Por 36 años esa organización fue la única que velaba por el bienestar de nuestra raza con reuniones periódicas entre criadores que lideraban el rubro. No obstante, en 1946 cuando se hizo una asociación independiente de la SNA de criadores de Caballos Chilenos, se estableció una nueva entidad que no respetó la existencia de la asociación de criadores de caballos vaqueros más antiguo en existencia.

Este vergonzoso ejemplo de resaltar cambios de políticas y empoderar nuevos dirigentes por encima de la incomparable historia de nuestra raza, ha sido validado hasta en los tiempos que vivimos. A pesar de señalizar innumerables veces, desde el año 2002 al presente, de la injusticia para nuestra raza en tener un logo (con el año 1946) que hace pensar que Chile fue el último lugar en el continente de crear una organización de criadores, seguimos despreciando nuestro Caballo Chileno por priorizar los egos dentro de instituciones que deben su existencia a la raza desatendida. En realidad, los criadores de Caballos Chilenos fueron los primeros en implementar esta idea progresista, que debiera sumarse a los múltiples halagos que esta raza a entregado a nuestro país. Que patético suena el silencio de los defensores, que debemos ser todos, del Caballo Chileno de Pura Raza.

Por lo tanto, ¿Por qué, debemos sorprendernos que el directorio de FEROCHI igualmente tire por el suelo las competencias raciales del Caballo Chileno que ofrecen la principal herramienta de selección? ¿Por qué, no sorprende que no hay ninguna incomodidad de nuestros dirigentes al poner caballos mestizos a competir en el Campeonato Nacional de la disciplina creada para el Caballo Chileno?  Más aún, la institución de los criadores que gestaron la idea de formar la FEROCHI, e insistieron en poner en los primeros reglamentos el requisito que solo se puede correr Caballos Chilenos inscritos, ha demostrado una letárgica y tímida reacción “diplomática” que no está a la altura de la horrenda irregularidad que falta el respeto a la raza de la cual ellos se responsabilizan.  

Igual de preocupante es el hecho que FEROCHI decide pasar por encima de los reglamentos de su propia Federación al permitir una mezcolanza de razas caballares y desprecio del atuendo tradicional del huaso que los reglamentos de 1961 estipulan como requisito para todo corredor en rodeos oficiales. Este hecho cambia el formalismo que por más de un siglo ha regido en esta antigua disciplina vaquera.  

El nombre manifiesta que el Rodeo Chileno tiene su origen y desarrollo en nuestra patria y como todos los deportes formales, el atuendo utilizado donde sea que se practica, hace honra a su comienzo. Al ver las fechas de iniciación de los deportes más prestigiosos de la actualidad, podemos ver que sus orígenes (baloncesto en 1891, beisból en 1845, futból en 1863, football americano en 1880) son parecidos al Rodeo Chileno (1860), pero con la diferencia que el deporte nuestro tiene una fuerte vinculación con labores del campo y por lo tanto arrastra una identidad campestre chilena que siempre se ha respetado.  Todo esto no parece tener importancia para la directiva de FEROCHI que desprecia historia, antigüedad, prestigio, reglamentos y los sacrificios de 10.000 huasos por cumplir sus reglamentos al pie de la letra.

¿Dónde puede quedar la esperanza de que le hagamos justicia a la raza y deporte nacional que en la actualidad necesita urgentemente de una energética defensa? La respuesta se encuentra en las bases. Así como las bases atajaron la iniciativa en el 2011 de cambiar el nombre del Caballo Chileno y abrir nuestros registros a los Criollos de la FICCC, nuevamente tenemos que suplicar que las bases vengan a la defensa de lo que realmente le pertenece y honra a Chile. Es un legado que la mayoría de los huasos viven en carne propia, porque dan continuidad a las pasiones que vivieron sus padres, abuelos y hasta tátara abuelos. La razón, siempre es más comprensible e identificable con los verdaderos huasos que dan lo mejor de sí para la comodidad de sus caballos y el insigne funcionamiento del rodeo, sin jamás pensar que ingresos y ganancias superen sus sentimientos de caballeristas de primer orden.

No crean que los que defienden, o los que se aprovechan del Caballo Chileno, se encuentran únicamente en un nivel social. En todas las esferas hay reales amantes de los caballos y sus disciplinas preferidas, como también en todos los estratos sociales hay quienes solo miran el provecho personal.

Mi fe, mi esperanza, mi anhelo es que hay muchísimos más de los fanáticos admiradores del Caballo Chileno, el Rodeo Chileno y las tradiciones chilenas y que ellos puedan sofrenar este empeño tan nocivo de quienes quieren cambiar todo lo que veneramos, a su pinta. Lo que no hay que dudar, es que tenemos una raza EXTRAORDINARIA. La pregunta es si la queremos preservar para nuestros descendientes, o vamos a convertir todos estos tesoros heredados en un futuro arrepentimiento de lo que dejamos desmoronarse para siempre, por seguir la pista malpensada de unos cuantos. 

Hasta la Próxima,

Randall                                                                                                                        

rra 18/03/2018                                                                                                                                       

VALORICEMOS ESTOS LOGROS HEREDADOS QUE SIEMPRE DEBEMOS DEFENDER:

  1. Tenemos la raza doméstica registrada más antigua de Latinoamérica.
  2. Tenemos la raza caballar vaquera registrada más antigua de todo América.
  3. Tenemos la cuarta raza caballar registrada más antigua del hemisferio occidental.
  4. Tenemos la raza vaquera americana con la organización de criadores más antigua del mundo.
  5. Tenemos la raza vaquera americana con el standard de la raza oficial más antigua.
  6. Tenemos la única raza vaquera autóctona que fue formada sin la influencia de otras razas.
  7. Tenemos la única raza vaquera que después de formada, no ha tenido la influencia de otras razas.
  8. Tenemos la única raza vaquera que se ha seleccionado con una sola disciplina vaquera.
  9. Tenemos la raza vaquera registrada más antigua que ha creado un Campeonato Nacional racial.
  10. Tenemos la raza vaquera registrada más antigua que está asociada con un atuendo específico.